Un abuelo tuvo que sacrificar a su perro con lágrimas en los ojos porque no tenía dinero para el tratamiento.

Cuando el veterinario vio las lágrimas en el rostro del hombre y el dolor en los ojos del perro, hizo exactamente lo que debía hacer… Se dice que la felicidad no se puede medir con dinero, pero a veces el dinero decide nuestro destino. Un hombre mayor tenía dificultades económicas, y cuando los médicos le explicaron el costo del tratamiento de su perro, se dio cuenta de que no podía permitírselo. En la consulta del veterinario había un hombre mayor y un perro. Los tres permanecían en silencio, el visitante acariciaba distraídamente a su perro y sollozaba suavemente. El silencio en la oficina solo se rompía por los amargos suspiros del hombre, que, incapaz de soportar la idea de separarse de su amigo, lloraba en silencio. Aunque el veterinario Andrei Alexandrovich no tenía mucha experiencia, ya había visto más de una vez la reacción de las personas que debían sacrificar a sus mascotas. El doctor entendía que un animal se convierte en un amigo, y veía las lágrimas de sus visitantes como una reacción completamente natural. Sin embargo, este caso le pareció algo realmente especial.

El veterinario recordó que hacía tres días, el hombre y su perro lo habían visitado por primera vez. El hombre era mayor y no hablaba mucho, pero su perra Naida, una mestiza de nueve años, no se había levantado en varios días. El hombre, alarmado por el comportamiento del animal, lo había llevado para una visita de emergencia. En la conversación con el veterinario, el hombre le dijo que Naida era el único ser vivo que le quedaba. El examen reveló que el perro sufría una infección grave que debía ser tratada con urgencia, pero los medicamentos y los procedimientos eran costosos. Si no se trataba, la infección se extendería y causaría una muerte dolorosa y prematura para el animal. El veterinario le ofreció al hombre una alternativa: tratamiento o sacrificio, para evitar que el perro sufriera más. Andrei presentó su oferta de manera bastante seca, sin pensar en cómo serían recibidas sus palabras por el visitante.

Tras el diagnóstico del veterinario, el hombre dejó sobre la mesa algo de dinero, un par de billetes arrugados, tomó a su perro temblando de la mano y se fue. Tres días después, el hombre y su amigo volvieron a la puerta de la clínica: «Lo siento, solo pude encontrar el dinero para sacrificarla, para que no sufra más», dijo el hombre sin levantar la vista del suelo. En la consulta, el hombre pidió unos minutos para despedirse de su amiga. Andrei Alexandrovich observó el dolor de esta separación y sintió claramente la injusticia del mundo. A veces, las personas que tienen dinero no valoran la vida, ni la propia ni la de los demás, ni la de los animales. Este hombre y su perro mostraron sentimientos que no se pueden comprar con dinero, pero debido a la falta de él, tuvieron que decir adiós. El veterinario no pudo contener sus sentimientos, se acercó al hombre, le puso la mano en el hombro y le prometió: «Voy a curar a Naida, sin dinero, la ayudaré a mis expensas». Naida no está tan vieja, aún debería pasar unos años contigo. El hombre mayor sollozaba suavemente. En solo siete días, Naida pudo volver a caminar sola e incluso correr. Gracias a una infusión y al tratamiento adecuado, logró superar la enfermedad rápidamente. El veterinario estaba muy satisfecho con su trabajo. Tal vez no había hecho la mayor de las buenas acciones, pero había logrado devolverle al hombre mayor y a su perro la fe en las personas y la esperanza en un futuro mejor.

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