Ayer al mediodía noté algo muy extraño moviéndose por el césped de mi jardín. 😱 Al principio pensé que era solo una cuerda, y luego se me ocurrió que tal vez era una serpiente. 😲 Pero decidí acercarme un poco más para observar mejor a aquella extraña criatura. 😲 Sin embargo, cuando finalmente me aproximé y la miré con más atención, me invadió un verdadero terror… 😣
En mi propio jardín vi algo muy extraño. Al principio me pareció que había una cuerda sobre la hierba —larga, sinuosa, como si alguien la hubiera dejado ahí a propósito. Pero al segundo siguiente, me atravesó un pensamiento: «¿Y si es una serpiente?»
El corazón me empezó a latir con fuerza. Rápidamente agarré el teléfono, tomé una foto y, con la adrenalina corriendo por mi cuerpo, me armé de valor para acercarme. Cada paso costaba —era aterrador pensar que podía ser algo peligroso.
Pero cuando finalmente me acerqué y observé con más detenimiento, me invadió un verdadero horror…
No era una cuerda. Ni una serpiente.
Frente a mí avanzaba lentamente una columna formada por, según conté después, ¡unas 150 orugas! Se movían en línea recta, pegadas unas a otras, como si siguieran a un líder invisible.
No tenía ni idea de que algo así fuera posible —y mucho menos en mi propio jardín.
¿Adónde iban? ¿Por qué eran tantas? Estas preguntas aún me rondan la cabeza. Hay algunas teorías que dicen que cuando las orugas se mueven en grupo, eso puede ahuyentar a los depredadores. O quizás, de esa manera, les resulte más fácil encontrar alimento.
O tal vez lo hacen para ahorrar energía. Las que van delante abren camino, y las de atrás gastan menos esfuerzo.
