La narradora reflexiona sobre su relación con Martín, a quien en un principio consideraba la pareja ideal. Su historia comenzó cuando ella se recuperaba de una ruptura, y Martín parecía ofrecerle todo aquello que le había faltado. Era atento, cariñoso y tenía una peculiaridad encantadora que lo hacía irresistible.
La relación entre la narradora y Martín se desarrolló sin tropiezos, culminando en una propuesta de matrimonio y una boda. Sin embargo, la imagen perfecta se rompió el día en que ella regresó a casa y descubrió que Martín y su exesposa, Janet, estaban cavando en su jardín. Aquella escena la dejó en shock y totalmente desconcertada.
La situación se volvió aún más tensa cuando Janet explicó que estaban buscando una cápsula del tiempo enterrada muchos años atrás. A pesar de sus explicaciones, la narradora se sintió herida por la invasión a su espacio personal y por el hecho de que el pasado de Martín pareciera tener prioridad sobre su vida matrimonial.
Como respuesta, la narradora decidió enfrentar la situación y arrojó el contenido de la cápsula del tiempo a una hoguera. Este acto simbolizaba su deseo de dejar atrás el pasado y concentrarse en su futuro compartido. Era su forma de recuperar su espacio y redirigir la atención de Martín hacia la vida que estaban construyendo juntos.
Las disculpas de Martín hicieron poco por recuperar de inmediato la confianza de la narradora. Ambos tuvieron que enfrentarse a sus emociones y al hecho de que la imagen que ella tenía de Martín había cambiado. La narradora comprendió que reconstruir la confianza requeriría tiempo y esfuerzo, y que necesitaban espacio para asimilar lo ocurrido.
Al final, su percepción de la relación y de Martín cambió para siempre. Aquel incidente se convirtió en una señal de advertencia sobre las dificultades en su matrimonio y la necesidad de abordar y superar los problemas del pasado para poder construir un futuro conjunto más honesto y auténtico.
